Peter Stephan Jungk publicó «El americano perfecto» en 2001, y a pesar de ser un autor nacido en Los Ángeles escribió el texto en alemán, su lengua materna. En enero de 2013 el compositor norteamericano Philip Glass estrena en el Teatro Real de Madrid la ópera «El americano perfecto» basada en el libro de Peter Stephan, y seguramente el motor que ha motivado que se traduzca la novela al idioma español, con el añadido en el título Tras la pista de Walt Disney para no dejar ninguna duda al lector español sobre su temática.
Se trata de una novelización de los últimos años de la vida de Walt Disney, pero que poco tiene que envidiar a otros títulos biográficos del artista. El libro escrito en primera persona cuenta la obsesión de su narrador por la figura de Disney, el vienés William Dantine que después de ser despedido por causas políticas, tras un contrato como animador para «La bella durmiente», planea una venganza contra su antiguo jefe. Lo que le lleva a hacer un seguimiento que le dura décadas, una fijación obsesiva que lentamente hundirá también la vida de Dantine.
El protagonista, dispuesto a demostrar que la popularidad de Walt Disney esta cimentada sobre el trabajo y la autoría de otros grandes artísticas anónimos para la época, nos retrata a Walt Disney como un hombre megalómano, extremista o racista. Aunque el autor del libro también pone sobre relieve las grandes virtudes de Walt Disney: «¿He entendido bien? ¿Qué todo esto no es, en realidad, obra mía? ¿Qué mis miles de películas se produjeron sin mi intervención? Desde las primeras pelis, desde El conejo Oswald, que el judío Mintz me birló en circunstancias criminales. Oswald fue un descubrimiento mío, a carta cabal, ¡solo que yo no sabía que el puto propietario de los derechos de distribución era también el propietario del personaje que distribuye! Desde Alicia en el país de las maravillas y las setenta y cinco Silly Simphonies, desde las primeras películas de Mickey y Los tres cerditos y Blancanieves y Pinocho hasta hoy, hasta los éxitos más actuales como Mary Poppins: desde hace cuarenta años, cada imagen de cada película ha salido de mí y está alentada por mí, por mis deseos y mis fantasías, por los consejos que di para que se mejorara y por las ordenes que impartí para que se modificase. ¿O es que yo no represento cada papel, por breve que sea, hasta el más mínimo detalle, hasta la punta del dedo meñique? ¿O es que no nos sentábamos día y noche en el cuartito que hay bajo las escaleras, en la Sweat Box, la llamada Caja de Sudar, para tratar sobre las novedades, sobre lo que se acaba de crear, para mejorarlo o para cambiarlo por completo? Pero eso ya lo sabes, ¿o no lo viviste con suficiente frecuencia los años en que trabajaste con nosotros? Ni una raya se trazó jamás sin mi intervención. ¿O es que yo no fundé una escuela para mis dibujantes a finales de los años treinta? ¿Y no llevaba yo personalmente a mi gente al centro de Los Ángeles y la recogía luego para llevarla de regreso adondequiera que viviesen porque casi nadie podía permitirse un coche? Si instalé un zoo en el estudio para que los nuevos empelados pudieran observar animales en movimiento: liebres, ratones, dos corzos, una cabra, una vaca, un mono… Todo eso lo sabes, todo eso lo viviste, cuando estuviste entre nosotros. Sin mí, todos habríais seguido siendo unos don nadie, todos. Igual que los que me abandonaron y empezaron a trabajar para otros clientes, todos unos don nadie, ¡sin excepción! Que yo soy pésimo dibujando, ¿acaso mentí sobre eso alguna vez? Nunca he ocultado que yo no era el que llevaba a cabo los dibujos, cualquiera que se haya interesado por mi persona debe saber que yo dependía y dependo de cientos de personas. ¿O quieres negar eso? ¿Quieres negar la existencia de los que desarrollaban los personajes? ¿Cada figura, una por una?» (página 100, de la traducción de Cristina Núñez)
Por el libro vemos pasar a Carl Barks, William Kimball, Ub Iweks o Fred Moore, artistas que sentaron las bases para que Walt Disney Studios se convirtiera en el imperio que es hoy día; pero también pasan por las páginas otros nombres universales como Dalí, Andy Warhol o Richard Fleisher.
Una obra muy amena de leer que agradará tanto a los aficionados a la animación como a los de la literatura general. Obra editada por Turner Publicaciones, elaborada en rústica con solapas y 203 páginas. Tiene un precio de 19.90 € y es fácil de encontrar en cualquier librería.
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