Pedro Eugenio Delgado es el fundador en 1992 de la escuela de animación Animart, actualmente integrada dentro de la Escuela de Artes Visuales de Madrid, en la especialidad de Cine de Animación.
Imparte Teoría de la Animación, y es autor de varias obras de temas cinematográficos, además de articulista y guionista. “El cine de Animación” fue el cuarto título que publico.
Pedro E. Delgado no elabora un texto que repasa la historia de animación con datos e ideas que se convierte en un “déjà vu”, tampoco pretende convertir al lector en un animador. Aún así nos habla de historia y también de técnica.
Se trata de una visión del universo de los dibujos animados visto desde dos lados, a través de los ojos del espectador y del profesional de la industria de la animación. Texto dinámico, muy entretenido y a veces con planteamientos desde un punto de vista humorístico que hace que comprendamos mejor las ideas.
El libro se estructura con capítulos que pudieran pasar como artículos independientes pero hilvanados los unos con los otros que nos hacen comprender el “todo”. Un ejemplo pudiera ser el capítulo “Animal Farm, o cómo adaptar una rebelión”, que mediante el análisis de la obra de Joy Batchelor y John Halas explica al lector como debiera hacerse una adaptación desde una novela a una película de dibujos animados.
Como habíamos comentado al comienzo el autor también se centra en la parte técnica, con capítulos como “El story board, algo más que dibujos” o “Los takes”, con textos que cualquier lector, que desconozca la técnica de hacer dibujos animados, pudiera comprender la base de la narrativa específica de la animación.
En definitiva un libro muy recomendado que se lee de un tirón sin tiempo para que el lector se canse. Son 182 páginas, solamente con algunas ilustraciones en blanco y negro en los capítulos de carácter técnico. “El cine de animación” viene elaborado en rústica con solapas y publicado en el año 2000 por Ediciones JC, una editorial que cuando ojeamos sus libros, el interior no suele ser nada atractivo, sea la carencia de fotografías o el diseño de maquetación, pero su contenido es de una calida que no debe envidiar a otras editoriales, y al menos se equilibra los defectos expuestos por un precio venta al público muy asequible, en este caso de 12.00 euros.
Actualmente, a pesar de haber pasado más de una década desde su primera edición, el libro es fácil encontrarlo en cualquier librería.
Aprovecho para transcribir el “Decálogo de la Televisión para niños” que ha sugerido la profesora Miel Vega, de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y que Pedro E. Delgado expone en las páginas 172-173 en el capítulo “La preocupación de Kart R. Popper”, porque al igual que el autor este blog se siente identificado con esa exposición:
1- El calificativo infantil implica niñez, no idiotez.
2- El público infantil es merecedor de respecto, y éste hay que anteponerlo a intereses económicos y políticos.
3- La televisión debería incidir en la culturización de la sociedad promocionando los deportes, juegos, lectura, escritura, dibujo y creatividad, y evitando la competitividad, la violencia, la humillación y el mito del superhombre.
4- La información le llega al niño desde un miembro más de la familia, que además nunca está ausente: la televisión. Si el niño imita a sus mayores, también imitará a la televisión.
5- Al niño hay que enseñarle a utilizar la televisión, de cara a un mejor aprovechamiento.
6- La programación infantil debe dirigirse a la integración del niño, sea cual sea su lengua, cultura o nacionalidad.
7- La programación infantil debe inculcar en su audiencia valores de igualdad y respeto y evitar todo aquello que vaya en contra de los derechos fundamentales del hombre, como las discriminaciones sexuales o raciales.
8- La programación infantil debe tener en cuenta las limitaciones de los televidentes y tratar de compensarlas con medios tecnológicos existentes.
9- Hay un enorme vacío de grandes obras televisivas infantiles.
10- La televisión se adueña del tiempo libre que los niños deberían dedicar a la lectura y a otras actividades.
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